Cuando el reloj marcó las 12 la pista cobró vida
El reloj marcaba el mediodía exacto cuando el atletismo abrió su telón en los Juegos Bolivarianos 2025. El sol limeño caía con esa tibieza traicionera que parece suave, pero que obliga a los atletas a ajustar la visera, hidratarse a cada instante y medir cada bocanada de aire como si también fuese parte de la competencia.
Y aunque el decatlón abrió el programa, fue la velocidad la que se robó los primeros aplausos fuertes. En los 100 metros femeninos, tres nombres resonaron como motores ajustándose para la final:
Liranyi Alonso, de República Dominicana, explosiva como siempre; Ángela Tenorio, la colombiana de zancada firme y mirada filosa; y Patricia Sine, también dominicana, que entró con autoridad y dejó claro que no vino a ver qué pasa, sino a pelear por medalla. La pista sintética parecía chispear cuando el lote atravesó la meta.
A pocos metros, el círculo de lanzamiento liberaba su propio drama. Con un grito potente y un giro de manual, la colombiana Yerlin Mesa estalló un disco perfecto, un vuelo tenso que cayó a 53.78 metros para asegurar el oro. La venezolana Ottaynis Febres, técnica y combativa, alcanzó 50.24 que le valió el bronce en una prueba dominada de principio a fin por la potencia cafetera.
El medio fondo también tuvo acento colombiano. En los 800 metros femeninos, una carrera táctica, tensa, de esas donde cada curva pesa, las colombianas Karla Vélez y Valeria Cabezas hicieron el trabajo perfecto: corrieron juntas, se midieron, aceleraron cuando debían y cruzaron la meta casi en espejo. Ambas marcaron 02:04.85, tiempos que les aseguraron plata y bronce respectivamente, en una llegada que dejó al público debatiendo quién había logrado ese milisegundo decisivo.
En el 400 metros con vallas masculino, la rivalidad entre Dominicana y Colombia regaló uno de los momentos más vibrantes de la tarde. Yeral Núñez, con un ritmo impecable sobre cada obstáculo, se llevó el oro con 50.81, mientras que el colombiano Sebastián Mosquera le siguió con 51.53, suficiente para colgarse la plata. Ambos se estrecharon la mano al final: respeto de competidores que saben que en esa prueba cada paso es una apuesta contra el cansancio.
La fosa de arena también tuvo público alrededor todo el día. En el salto de longitud femenino, la elegancia y la precisión marcaron un podio completamente dominado por el talento centroamericano. Las colombianas Natalia Linares y Martha Araujo lograron el oro y la plata respectivamente, mientras que la venezolana Ornelis Ortiz completó el podio con un bronce que celebró con un salto de emoción que casi iguala al que la puso en la tabla.
Pero si hubo una prueba que se ganó un silencio reverencial antes del estallido de aplausos, fue la de los 10,000 metros femeninos. Bajo la brisa que empezaba a abrazar, la venezolana Edymar Brea impuso un paso firme, paciente, y luego demoledor. Remató con autoridad para detener el cronómetro en 35:00.47 y llevarse un oro que sabía a estrategia perfecta.
La jornada cerró con adrenalina pura: el relevo 4×100 mixto, una prueba nueva, rápida y de precisión quirúrgica, donde la selección de Colombia voló hasta los 42.050, tiempo que les aseguró la plata y encendió a los fanáticos que aún no querían dejar sus asientos.
Así terminó el primer capítulo del atletismo en estos Juegos Bolivarianos 2025: con sol, velocidad, arena volando, giros de disco, banderas agitadas y una sensación clara en el ambiente… esto apenas comienza.
