FONST, EL ZURDO «HORS CLASSE»
Ramón Fonst Segundo no había cumplido los 17 años cuando debutó en los Juegos de la II Olimpiada en Paris. Aquel certamen celebrado pese a las controversias entre Pierre de Coubertin, presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) y Alfred Picard, Comisario General de la Exposición Universal de Paris. Pierre quería organizar los Juegos Olímpicos de 1900 y Alfred apostaba por “competiciones internacionales de ejercicio físico y deportes” durante la Exposición Universal.
Fonst era zurdo. De los zurdos se dice de todo un poco. Desde que son raros y que mueren jóvenes, hasta que tienen habilidades únicas heredadas de la necesidad de brillar desde la diferencia. Y él era único. Un tirador «hors classe» (fuera de clase).
Ramon Fonst nació el 31 de julio de 1883 y cuando cayó la noche del 15 de junio de 1900 en Europa, ya era doble medallista olímpico. Ganó el título en la espada de la categoría amateur derrotando al francés Louis Perrée y la plata en el enfrentamiento entre los mejores maestros y los mejores amateurs del certamen, solo aventajado por su propio maestro Albert Ayat.
Fonst era un niño; el niño prodigio de la esgrima mundial. Había crecido en Francia, como persona y como deportista, pero insistió desde entonces en representar a su tierra natal: Cuba. Así, con 16 años se convirtió, no solo como el primer campeón olímpico de la historia para esta isla, sino que fue el primero de Latinoamérica y el Caribe. Bailando en casa del trompo.
La esgrima era uno de los deportes más populares en Francia y fue la disciplina olímpica con el mayor número de participantes en 1900. Había 258 atletas, de los cuales sólo 47 eran extranjeros. En la espada, el arma en la que incursionó Fonst, se inscribieron 102 atletas, 91 locales.
Las remembranzas que sobreviven al paso de los años dan cuenta de que el joven Ramón tuvo que derrotar a su padre en un duelo de esgrima para que este aceptara que el adolescente era lo suficientemente bueno como para dar pelea en las Olimpiadas. Y una vez allí, tuvo que imponerse por sobre la franca y potente hostilidad de los jueces.
SOBERBIO PALMARÉS
Fonst nació para hacer deporte y para hacer historia desde su práctica. A lo largo de su vida no solo prestigió el mundo de la esgrima, también actuó con acierto en otras disciplinas como el denominado Boxeo francés, Ciclismo y Tiro deportivo. Se mantuvo en activo durante 40 años.
Hasta su última competición, la que disputó a escasos meses de cumplir los 55 años de vida, estuvo cosechando éxitos, fama y haciendo historia para el deporte cubano, un país que representó con mucho orgullo.
Entre sus hazañas más notables están las victorias durante la Exposición Mundial de San Francisco en 1915. Ocasión en que se enfrentó y derrotó a cerca de 100 contrincantes, para así alzarse con todos los títulos en todas las armas: espada, florete y sable.
La prensa de la época, rendida ante sus números y su maestría, volvió a catalogarlo como algo extraordinario y fuera de serie.
En 1924, a la edad de 41 años, Fonst volvió a competir en los Juegos Olímpicos de la ciudad que lo había visto convertirse en el primer monarca latinoamericano en ese tipo de torneos: París. En esa cita no pudo avanzar en semifinales, sin que el resultado hiciera mella en su perseverancia. Dos años más tarde agregó a su palmarés las tres medallas de oro de las pruebas individuales de sable, florete y espada en los I Juegos Centroamericanos y del Caribe (México 1926), así como otro título por equipos en florete.
Su despedida de las grandes competiciones aconteció en los IV Juegos Centroamericanos y del Caribe, donde con 55 años, cerraba su carrera deportiva por todo lo alto con un cetro y un metal de plata como integrante de los colectivos de espada y florete, respectivamente.
La mayoría de las referencias dan cuenta de un total de 125 medallas y 25 trofeos, entre ellos cinco medallas olímpicas (oro y plata en París 1900 y tres oros en San Luis 1904), que le valieron el ser inmortalizado en el Salón de la Fama de la Federación Internacional de Esgrima y en su honor fue creada por la Federación Amateur de Esgrima de Cuba la Orden del Mérito a la Esgrima Ramón Fonst.
HUELLAS DE FONST
En La Habana una sala polivalente lleva su nombre y desde 1966 se han celebrado en su honor los Torneos Internacionales Ramón Fonst in Memoriam.
Cierto es que en los últimos tiempos los espadachines cubanos han cedido a nivel internacional. Su escasa participación por motivos económicos en los principales torneos del circuito mundial constituye una de las principales dificultades para el renacer de esta disciplina.
Para este 2024 había expectativas de cara a Paris, pero lamentablemente la isla se ha quedado sin opciones tras no alcanzar ninguno de los cupos que pretendía en el Campeonato Panamericano que acogió San José, en Costa Rica. El último participante cubano en citas olímpicas seguirá siendo el sablista Yohandry Iriarte que estuvo en Río 2016.
Durante varias décadas, Cuba anduvo en la órbita de este deporte a nivel global. Se codeó con la realeza y fue potencia. Muchos de los grandes logros de los especialistas cubanos encontraron fuente primaria de inspiración en los «touchés» de Fonst. Quien marcó una época con sus resultados, y señalizó un camino con su talento, calidad y consagración a una disciplina deportiva que prestigió con sus excelentes actuaciones en diversos escenarios competitivos.
Conocido como El Zurdo o El nunca segundo, falleció en La Habana en 1959, siendo presidente del Comité Olímpico Cubano.
Si una anécdota calca a la perfección el respeto global para con el excepciona cubano es la que se cuentan que nació durante la filmación allá por 1935 de una escena de la película «El Capitán Blood». El actor Errol Flynn, un gran admirador de su estilo, sostenía un duelo a muerte con el villano personificado por Basil Rathbone, cuando éste falló lastimosamente en una de las estocadas. Al ver lo sucedido, Flynn, muerto de risa, le dijo: «Si haces eso contra Ramón Fonst eres un hombre muerto».
POR: LILYAN CID